Febrero, y la banda sonora de 2014 va tomando forma. Es notorio cómo
evoluciona un año cuando, por ejemplo, a la hora de escoger entre varios
títulos la placa más emocionante del mes, la decisión se vuelve compleja.
Muy buenas producciones salieron a la venta en el segundo mes del
año, Bombay Bycicle Club, por ejemplo, sin olvidarnos de Beck, quien regresó con
Morning Phase para demostrar su gran valía
como compositor. Bien podrían elegir ustedes alguno de estos y no protestaría
demasiado, pero si hay un álbum que me emocionó en demasía fue el de Annie
Clark, completamente transformada en St. Vincent.
Parece que St. Vincent pudo
tomar lo necesario de David Byrne en su colaboración para el disco Love this Giant (2012) y evolucionar en
un muy grato resultado en solitario. Como otros artistas sabe licuar bien una
enorme lista de influencias, pero nunca pierde su esencia como compositora, e
incluso no extrañaran su estilo al tocar la guitarra.
Este disco de título homónimo
está lleno de canciones con potencial a ser singles. Lo pegajoso y cautivador
del álbum no afloja en ningún momento, la producción supo manejar a la
perfección los altibajos rítmicos, un gancho tras otro. Y sin embargo ahí está
St. Vincent, que además de adornar excelsamente cada segundo, encanta con sus
letras y contagia de rock en los momentos más inesperados. Destacan las
canciones Digital Witness, un gran
single de presentación, Birht in reverse,
Psychopath y la melancólica Prince Johnny, digna de cualquier
historia fantástica.
En algún momento pensé
clasificar este trabajo como un “perfecto álbum pop”, y si bien lo podría decir
alguien, es cierto que Annie Clark no puede “entrar en el saco” con sus
contemporáneas, tal vez ellas deberían tratar de hacerlo a la inversa.
Escuchen, comenten, y sobre todo: Disfruten...
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